Como trabajador de la Enseñanza, por los profesores interinos que van a ser despedidos, para poder mirarlos a la cara cuando me los vueva a encontrar por la calle y me digan que están en paro, después de haber compartido con ellos esfuerzos, preocupaciones, proyectos..., y cuya única desgracia es no haber obtenido una plaza en propiedad a pesar de haber tenido excelentes notas en sucesivas oposiciones.
Como profesor, por todos los alumnos que por los recortes van a sufrir la falta de estos profesores -que no sobran-, porque los que mantenemos nuestro empleo tendremos que dar Inglés siendo especialistas de Francés, Matemáticas siendo de Biología, Lengua siendo de Filosofía..., en definitiva, dando clases de asignaturas que no son nuestra especialidad. ¡Eso no es calidad! También tendremos menos tiempo y posibilidades para atender sus necesidades, preparar clases, formarnos, conocerlos mejor, atender a sus familias... Sí, más alumnos por clase.
Todos los informes afirman que la manera de bajar el fracaso escolar es reducir el número de alumnos por aula y reducir las horas de clase a los profesores para poder decidar más tiempo a formarse, preparar clases, atención personalizada... Finlandia, sí, Finlandia es el ejemplo con unas 550 horas de clase anuales en Educación Secundaria frente a las 700 horas de España, o Japón, con 40 disciplinados alumnos por clase pero con profesores a 500 horas lectivas.
En cualquier caso, no sirve no protestar porque "no queda otra" en estos tiempos o porque la huelga la convocan los sindicatos. En nuestro sistema democrático las huelgas las convocan sindicatos de igual manera que a las elecciones sólo se presentan partidos políticos. Por cierto, hablando de partidos, el PSOE hizo poco por rebajar ratios o mejorar las condiciones de trabajo de los profesores, pero es el actual gobierno del PP el que ha aprobado estos recortes. Hablando de partidos, si de la noche a la mañana cambiaron la Constitución, ¿no cambiarán el estatus de los funcionarios de carrera?
Y llego al último motivo, por miedo, porque quizá, cuando vengan por nosotros, sea demasiado tarde.
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